Jorge Horacio Brito era como el "Charly García" en el mundo de los negocios. No solamente por su particular dicción, por las polémicas que encendía cada vez que hablaba, sino también porque siempre se mantuvo en las marquesinas de la economía argentina, más allá de los cambios de gestión. Sin embargo, cultivaba un perfil bajo y trataba de no tener tanta exposición pública en los medios. De todas maneras, cada vez que hablaba "hacía ruido". Como a principios de esta semana cuando fustigó el impuesto a la riqueza. "Creo que la sanción de la ley, tal como la propone el diputado que la tiene a su cargo, sólo creará una rebelión fiscal como nunca se ha visto y posiblemente no se cobre nada o poco y sólo se mediatizará nuevamente una guerra entre el Gobierno y los empresarios que no llevará a nada, irritará a la gente y nos acercará un paso más al precipicio", había dicho.
Según la revista especializada Forbes, Brito era la trigésima segunda persona más rica de la Argentina, con una fortuna valuada en U$S 320 millones. Dueño del Banco Macro (que aglutina la mayor parte de las cuentas estatales de Jujuy, Salta y Tucumán), una entidad que fundó junto con su cuñado Jorge Ezequiel Carballo, también tenía dentro de sus propiedades la compañía agrícola ganadera Inversora Juramento (el lugar adonde se dirigía con el helicóptero siniestrado en Joaquín V. González) y la desarrolladora Vizora.
En noviembre de 2005, Brito adquiere el Banco del Tucumán por unos U$S 17 millones (el 75% del paquete accionario). En octubre del año pasado, las 425.000 cuentas de los clientes de esa entidad pasaron al Macro, que se fusionó con lo que fue el Banco Tucumán. Desde ese momento y hasta antes de la pandemia del coronavirus, Brito vino varias veces a la provincia, con el fin de coordinar el traspaso con la línea ejecutiva de la filial Tucumán y para hablar con los empleados de la institución. Además, mantuvo varios encuentros con el gobernador Juan Manzur. El propio mandatario, que no ocultó su sorpresa por el siniestro, dijo a LA GACETA que poco antes del accidente había hablado telefónicamente con el banquero, como solía hacerlo con frecuencia.